Se conoce como “los rezos” a una antigua costumbre que se daba en los pueblos del valle, en la cual, cuando algún vecino fallecía se le hacía una novena en la que había sido su casa, durante los nueve días posteriores a su inhumación o entierro. A “los rezos acudían todas las vecinas del pueblo, llevando sus propias sillas de las casas, generando un singular ambiente.
Los Rezos
El Rosario de difuntos
Modos de expresión
Costumbres
Marzo 2014 / ECM.
Los Rezos
El Rosario de difuntos
Modos de expresión
Costumbres
Marzo 2014 / ECM.
Huércal de Almería
Comarca del Bajo Andarax.
Huércal de Almería
Comarca del Bajo Andarax.
Vecinos de la localidad
Fue costumbre extendida en los diferentes municipios que conforman la comarca del Bajo Andarax hasta aproximadamente los años 70 del pasado siglo, que cuando algún vecino fallecía se le hiciese una novena en la que había sido su casa, durante los nueve días posteriores a su inhumación o entierro. Dicha costumbre era popularmente conocida como “los rezos” y a los mismos acudían todas las vecinas del pueblo, llevando sus propias sillas de las casas y algún tentempié como café, chocolate o galletas, pues la novena -consistente en el rezo del Rosario de difuntos- se alargaba durante horas. Dado que el rezo del Rosario está dividido en Misterios –que son diferentes pasajes de los evangelios-, los cuales varían según el día de la semana en el que se ejecuten, pero siempre son leídos de cinco en cinco. Además, van seguidos de una serie de responsos y de diferentes oraciones que deben ser rezadas en un número y orden concretos: 1 Padrenuestro, 10 Ave María, 1 Gloria, 1 Oh, Jesús Mío y 4 Jaculatorias. Continuando posteriormente con otra serie de plegarias y letanías. Dada la complejidad del ritual, en cada pueblo había una especialista de esta ceremonia, que era la encargada de dirigir “los rezos”. Los hombres también acudían a la novena, pero el rol de ellos consistía básicamente en hacer acto de presencia para acompañar y dar el pésame a la familia, aunque también era norma común que se tomasen unas copas en memoria y recuerdo del difunto. Posteriormente cuando llegaba el Día de los Difuntos, 2 de noviembre, el párroco de la localidad realizaba un responso en el cementerio por el alma de los difuntos cuyos familiares hubiesen satisfecho una determinada cuota económica. Una vez en cementerio cada familiar se situaba ante la tumba de su ser querido, mientras el sacerdote oficiaba la misa.
Según algunos historiadores la novena no tiene su origen en la biblia, sino que se inspira en una costumbre de griegos y romanos, quienes celebraban nueve días de duelo por los difuntos y también para apaciguar a los dioses. Posteriormente, ya fuese como apropiación de la tradición por parte de la iglesia cristiana o no, lo cierto es que el catolicismo promovió en España el rezo del Rosario durante nueve días seguidos para difundir el culto a los santos, además de para pedir por el eterno descanso del alma de los difuntos.
Los rezos eran parte de un modo de expresión más amplio, el luto, que no es si no un modo particular de respuesta externa ante la muerte. El luto llevaba aparejado para las mujeres, una serie de comportamientos determinados por una austeridad absoluta: debían vestir de riguroso negro, evitar las salidas del hogar familiar a menos que fuese imprescindible, volver de cara a la pared todos los espejos y cuadros existentes en la casa del difunto, e incluso había quien también colocaba los armarios con las puertas hacia la pared.
Fue costumbre extendida en los diferentes municipios que conforman la comarca del Bajo Andarax hasta aproximadamente los años 70 del pasado siglo, que cuando algún vecino fallecía se le hiciese una novena en la que había sido su casa, durante los nueve días posteriores a su inhumación o entierro. Dicha costumbre era popularmente conocida como “los rezos” y a los mismos acudían todas las vecinas del pueblo, llevando sus propias sillas de las casas y algún tentempié como café, chocolate o galletas, pues la novena -consistente en el rezo del Rosario de difuntos- se alargaba durante horas. Dado que el rezo del Rosario está dividido en Misterios –que son diferentes pasajes de los evangelios-, los cuales varían según el día de la semana en el que se ejecuten, pero siempre son leídos de cinco en cinco. Además, van seguidos de una serie de responsos y de diferentes oraciones que deben ser rezadas en un número y orden concretos: 1 Padrenuestro, 10 Ave María, 1 Gloria, 1 Oh, Jesús Mío y 4 Jaculatorias. Continuando posteriormente con otra serie de plegarias y letanías. Dada la complejidad del ritual, en cada pueblo había una especialista de esta ceremonia, que era la encargada de dirigir “los rezos”. Los hombres también acudían a la novena, pero el rol de ellos consistía básicamente en hacer acto de presencia para acompañar y dar el pésame a la familia, aunque también era norma común que se tomasen unas copas en memoria y recuerdo del difunto. Posteriormente cuando llegaba el Día de los Difuntos, 2 de noviembre, el párroco de la localidad realizaba un responso en el cementerio por el alma de los difuntos cuyos familiares hubiesen satisfecho una determinada cuota económica. Una vez en cementerio cada familiar se situaba ante la tumba de su ser querido, mientras el sacerdote oficiaba la misa.
Según algunos historiadores la novena no tiene su origen en la biblia, sino que se inspira en una costumbre de griegos y romanos, quienes celebraban nueve días de duelo por los difuntos y también para apaciguar a los dioses. Posteriormente, ya fuese como apropiación de la tradición por parte de la iglesia cristiana o no, lo cierto es que el catolicismo promovió en España el rezo del Rosario durante nueve días seguidos para difundir el culto a los santos, además de para pedir por el eterno descanso del alma de los difuntos.
Los rezos eran parte de un modo de expresión más amplio, el luto, que no es si no un modo particular de respuesta externa ante la muerte. El luto llevaba aparejado para las mujeres, una serie de comportamientos determinados por una austeridad absoluta: debían vestir de riguroso negro, evitar las salidas del hogar familiar a menos que fuese imprescindible, volver de cara a la pared todos los espejos y cuadros existentes en la casa del difunto, e incluso había quien también colocaba los armarios con las puertas hacia la pared.
El Rosario de difuntos
Los Rezos
Fue costumbre extendida en los diferentes municipios que conforman la comarca del Bajo Andarax hasta aproximadamente los años 70 del pasado siglo, que cuando algún vecino fallecía se le hiciese una novena en la que había sido su casa, durante los nueve días posteriores a su inhumación o entierro. Dicha costumbre era popularmente conocida como “los rezos” y a los mismos acudían todas las vecinas del pueblo, llevando sus propias sillas de las casas y algún tentempié como café, chocolate o galletas, pues la novena -consistente en el rezo del Rosario de difuntos- se alargaba durante horas. Dado que el rezo del Rosario está dividido en Misterios –que son diferentes pasajes de los evangelios-, los cuales varían según el día de la semana en el que se ejecuten, pero siempre son leídos de cinco en cinco. Además, van seguidos de una serie de responsos y de diferentes oraciones que deben ser rezadas en un número y orden concretos: 1 Padrenuestro, 10 Ave María, 1 Gloria, 1 Oh, Jesús Mío y 4 Jaculatorias. Continuando posteriormente con otra serie de plegarias y letanías. Dada la complejidad del ritual, en cada pueblo había una especialista de esta ceremonia, que era la encargada de dirigir “los rezos”. Los hombres también acudían a la novena, pero el rol de ellos consistía básicamente en hacer acto de presencia para acompañar y dar el pésame a la familia, aunque también era norma común que se tomasen unas copas en memoria y recuerdo del difunto. Posteriormente cuando llegaba el Día de los Difuntos, 2 de noviembre, el párroco de la localidad realizaba un responso en el cementerio por el alma de los difuntos cuyos familiares hubiesen satisfecho una determinada cuota económica. Una vez en cementerio cada familiar se situaba ante la tumba de su ser querido, mientras el sacerdote oficiaba la misa.
Modos de expresión
Vecinos de la localidad
Costumbres