La llamada “faena de la uva” incluía diferentes técnicas y procedimientos que daban lugar a distintos oficios o especializaciones. En muchas ocasiones, para la realización de las labores, las mujeres se acompañaban de canciones que en ocasiones eran de “picailla” entre cuadrillas.
Cantes de la Faena de la uva
Canciones de “parraleros”
Modos de expresión
Canciones de trabajo
Marzo 2014 / ECM.
Cantes de la Faena de la uva
Canciones de “parraleros”
Modos de expresión
Canciones de trabajo
Marzo 2014 / ECM.
Huércal de Almería.
Comarca del Bajo Andarax.
Huércal de Almería.
Comarca del Bajo Andarax.
Mujeres de la Asociación de la Tercera Edad de Huércal de Almería.
La llamada “faena de la uva” incluía diferentes técnicas y procedimientos, que daban lugar a distintos oficios o especializaciones dentro de la misma ocupación. En primer lugar se encontraban las cuadrillas de vendimiadores o “parraleros”, los cuales recogían o vendimiaban la uva de los parrales plantados en los bancales. Una vez vendimiada, la uva pasaba al almacén, donde las “limpiadoras” se encargaban de separar la uva en buen estado de la que no lo estaba y a la que se llamaba “granuja”. Cabe señalar que aunque fuese desechada en un primer momento, la “granuja” no se malgastaba sino que era repartida entre las trabajadoras ya fuese para ser parte de su almuerzo o para llevarla a sus respectivas casas. A las “limpiadoras” les seguían en la cadena las “repasadoras”, que como su nombre indica, repasaban el trabajo de las anteriores. A continuación se encontraban las “emporronadoras”, que eran las encargadas de meter la uva en barriles para su exportación, teniendo la precaución de acompañarlas con serrín de corcho para su mejor conservación y transporte. Y finalmente los “barrileros”, quienes debían tapar y clavar los barriles, apilarlos y marcarlos por series de 50. Las mujeres de Huércal, muchas de ellas antiguas “emporronadoras” nos cantan ésta coplilla, una de las muchas que solían cantar para hacer más llevaderas las largas jornadas de trabajo en cadena, y nos explican el por qué de su letra: Las limpiadoras son unas jodías en vez de dejar las buenas, dejan las podrías. El encargado mira el reloj no te equivoques que las 6 son , que las 6 son. Si te equivocas haz lo que quieras porque ahora mismo se van las uveras, se van las uveras. El pesador no es de confianza con un racimo se va la balanza, se va la balanza.
La “faena de la uva” fue una de las más típicas labores del campo almeriense, y supuso una importante fuente de riqueza desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. La uva del Valle del Andarax, un tipo de uva de mesa denominada “uva de Ohanes” o “uva de barco”, se exportaba a Oslo, Nueva York, Londres, Berlín, etc. Su cultivo empezó a decaer durante la Guerra Civil (1936-1939), al comenzar a escasear el azufre y el sulfato, elementos importantes en los tratamientos contra plagas propias de la vid así como para el control de enfermedades de la viña. Por lo que en durante la década de los 40 llegaron a desaparecer casi la totalidad de las parras.
Al igual que la introducción del cultivo de la uva de mesa en la comarca a lo largo del XIX llevó aparejado un importante cambio en el paisaje agrario, económico y social, de la vega del Andarax –pues no solo fueron sustituidos los cultivos tradicionales de la zona, sino que la comarca se convirtió en el centro de las inversiones de la oligarquía local-, cuando el negocio de la uva entró en decadencia tras el estallido de la guerra civil sus consecuencias volvieron a dejar su huella tanto en el territorio como en el modo de vida de sus habitantes. El parral se abandonó definitivamente por falta de rentabilidad y los terrenos quedaron a la espera de una recalificación urbana que los convirtiese en una más productiva zona industrial o urbanizable.
La llamada “faena de la uva” incluía diferentes técnicas y procedimientos, que daban lugar a distintos oficios o especializaciones dentro de la misma ocupación. En primer lugar se encontraban las cuadrillas de vendimiadores o “parraleros”, los cuales recogían o vendimiaban la uva de los parrales plantados en los bancales. Una vez vendimiada, la uva pasaba al almacén, donde las “limpiadoras” se encargaban de separar la uva en buen estado de la que no lo estaba y a la que se llamaba “granuja”. Cabe señalar que aunque fuese desechada en un primer momento, la “granuja” no se malgastaba sino que era repartida entre las trabajadoras ya fuese para ser parte de su almuerzo o para llevarla a sus respectivas casas. A las “limpiadoras” les seguían en la cadena las “repasadoras”, que como su nombre indica, repasaban el trabajo de las anteriores. A continuación se encontraban las “emporronadoras”, que eran las encargadas de meter la uva en barriles para su exportación, teniendo la precaución de acompañarlas con serrín de corcho para su mejor conservación y transporte. Y finalmente los “barrileros”, quienes debían tapar y clavar los barriles, apilarlos y marcarlos por series de 50. Las mujeres de Huércal, muchas de ellas antiguas “emporronadoras” nos cantan ésta coplilla, una de las muchas que solían cantar para hacer más llevaderas las largas jornadas de trabajo en cadena, y nos explican el por qué de su letra: Las limpiadoras son unas jodías en vez de dejar las buenas, dejan las podrías. El encargado mira el reloj no te equivoques que las 6 son , que las 6 son. Si te equivocas haz lo que quieras porque ahora mismo se van las uveras, se van las uveras. El pesador no es de confianza con un racimo se va la balanza, se va la balanza.
La “faena de la uva” fue una de las más típicas labores del campo almeriense, y supuso una importante fuente de riqueza desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. La uva del Valle del Andarax, un tipo de uva de mesa denominada “uva de Ohanes” o “uva de barco”, se exportaba a Oslo, Nueva York, Londres, Berlín, etc. Su cultivo empezó a decaer durante la Guerra Civil (1936-1939), al comenzar a escasear el azufre y el sulfato, elementos importantes en los tratamientos contra plagas propias de la vid así como para el control de enfermedades de la viña. Por lo que en durante la década de los 40 llegaron a desaparecer casi la totalidad de las parras.
Al igual que la introducción del cultivo de la uva de mesa en la comarca a lo largo del XIX llevó aparejado un importante cambio en el paisaje agrario, económico y social, de la vega del Andarax –pues no solo fueron sustituidos los cultivos tradicionales de la zona, sino que la comarca se convirtió en el centro de las inversiones de la oligarquía local-, cuando el negocio de la uva entró en decadencia tras el estallido de la guerra civil sus consecuencias volvieron a dejar su huella tanto en el territorio como en el modo de vida de sus habitantes. El parral se abandonó definitivamente por falta de rentabilidad y los terrenos quedaron a la espera de una recalificación urbana que los convirtiese en una más productiva zona industrial o urbanizable.
Canciones de “parraleros”
Cantes de la Faena de la uva
La llamada “faena de la uva” incluía diferentes técnicas y procedimientos, que daban lugar a distintos oficios o especializaciones dentro de la misma ocupación. En primer lugar se encontraban las cuadrillas de vendimiadores o “parraleros”, los cuales recogían o vendimiaban la uva de los parrales plantados en los bancales. Una vez vendimiada, la uva pasaba al almacén, donde las “limpiadoras” se encargaban de separar la uva en buen estado de la que no lo estaba y a la que se llamaba “granuja”. Cabe señalar que aunque fuese desechada en un primer momento, la “granuja” no se malgastaba sino que era repartida entre las trabajadoras ya fuese para ser parte de su almuerzo o para llevarla a sus respectivas casas. A las “limpiadoras” les seguían en la cadena las “repasadoras”, que como su nombre indica, repasaban el trabajo de las anteriores. A continuación se encontraban las “emporronadoras”, que eran las encargadas de meter la uva en barriles para su exportación, teniendo la precaución de acompañarlas con serrín de corcho para su mejor conservación y transporte. Y finalmente los “barrileros”, quienes debían tapar y clavar los barriles, apilarlos y marcarlos por series de 50. Las mujeres de Huércal, muchas de ellas antiguas “emporronadoras” nos cantan ésta coplilla, una de las muchas que solían cantar para hacer más llevaderas las largas jornadas de trabajo en cadena, y nos explican el por qué de su letra: Las limpiadoras son unas jodías en vez de dejar las buenas, dejan las podrías. El encargado mira el reloj no te equivoques que las 6 son , que las 6 son. Si te equivocas haz lo que quieras porque ahora mismo se van las uveras, se van las uveras. El pesador no es de confianza con un racimo se va la balanza, se va la balanza.
Modos de expresión
Mujeres de la Asociación de la Tercera Edad de Huércal de Almería.
Canciones de trabajo